El caso de Luisa Fernando Buitrago conmovió a Latinoamérica. La historia que contó la joven de 16 nacida en Monterrey, Colombia, se volvió viral. A los 14 años, estando ella embarazada, se tatuó, contrajo una bacteria que la dejó en silla de ruedas y por el tratamiento para recuperarse perdió a su bebé.
El lugar que eligió para tatuarse fue debajo de un seno, una frase que decía “No me dejes caer jamás”. Por aquel entonces, Buitrago gastó cerca de 13 dólares, lo que no sabía es la consecuencias fatales que traerían a su vida esa decisión.
Según revela el medio Prensa Libre Casanare, la joven a los 15 días de haberse marcado la piel, fue internada en un hospital de la ciudad de Villavicencio, donde los exámenes médicos descubrieron que una bacteria le afectó el nervio ciático y la médula espinal.
Estos problemas de salud dejaron consecuencias en su cuerpo: pérdida de sensibilidad en las piernas, provocadas por la falta de asepsia del lugar donde se realizó el tatuaje y en los instrumentos con los que se elaboró.
“Empecé con un dolor de espalda, sentía hormigueo en los pies, se me inflamó el estómago, no sentía las partes íntimas”, relató la joven. Pronto perdió la capacidad de movilidad y quedó postrada en una silla de ruedas.
Los médicos notaron que Buitrago tenía una infección en toda la espalda a través de una resonancia magnética, por eso se sometió a varias cirugías para drenar y lavar su columna. Los profesionales de salud le recetaron medicamentos recetados para contrarrestar la bacteria.
Ese tratamiento, que duró aproximadamente mes y medio, provocó consecuencias fatales para la vida de su bebé, en marzo de 2017 se sometió a un aborto espontáneo y perdió el embarazo.
Ahora, la joven de 16 años sueña con volver a moverse por sus propios medios. La chica dijo en Hora 7/24: “Cuando me dice el neurocirujano: ‘No vas a volver a caminar durante un tiempo’ fue muy duro porque en realidad una juventud en una silla de ruedas no es buena. Ser independiente y que de la noche a la mañana dependas de alguien es bastante duro”.
Fuente: Rosario Nuestro