El 28 de noviembre de 2016, un día después de la histórica consagración de la Argentina en la Copa Davis, Juan Martín del Potro, uno de los héroes de Zagreb, decidió que no volvería a participar del torneo que siempre quiso ganar pero que nunca le gustó jugar. Viajes interminables, convivencias obligadas, descuido del circuito y pérdida de dinero fueron algunos de los factores que pesaban en la balanza del tandilense, quien el 30 de agosto pasado hizo pública su decisión más deseada: “Es un ciclo terminado. Tengo como último recuerdo ese título, todo lo que se ha formado y el mensaje que dimos. Para mí es como un cierre”, dijo desde Nueva York tras su debut en el US Open. A Juan Martín lo movía el regocijo de la gloria personal, de saber que era el hombre (el único) que podía ganar la Copa más deseada del tenis argentino. Lo logró y dijo lo que siempre quiso decir: tomen, ahí la tienen, adiós.
¿Tenía la obligación de seguir? No. ¿Debía defender el título? Posiblemente sí. En 2014 Roger Federer fue el guía de Suiza camino al título de la Copa Davis y luego anunció su baja. En 2015 los helvéticos perdieron en primera ronda ante Bélgica y el mejor de ellos en toda la historia (acaso de todos los tiempos del tenis), se puso la remera de su país y jugó el repechaje: ganó sus dos singles y el dobles ante Holanda y dejó a los suyos en el Grupo Mundial.
Con la baja de Del Potro, Argentina perdía a su mejor singlista, N°24 del mundo, y con una estadística de 16-6 en la Copa. Daniel Orsanic se sintió traicionado por el jugador de quien en varios torneos hizo las veces de entrenador en paralelo con su rol como capitán del equipo nacional, algo que no fue bien recibido por la AAT y algunos jugadores. Entonces fue en busca de los otros…
Cuando Orsanic planificaba el operativo seducción, los protagonistas se encargaron de desactivarlo. El 30 de agosto de 2017 Leonardo Mayer anunció su renuncia. “Yo no voy a Kazajistán, ya se lo comuniqué al capitán y le dí los motivos. Ya estoy en otra etapa, di mucho para la Copa Davis. Di el máximo y nunca le dije que no a nadie. Incluso di más de lo que podía, y dejé muchas cosas de lado”, dijo el correntino también desde Nueva York, tras su victoria de segunda ronda ante Richard Gasquet.
Así Argentina perdía al N°53 del mundo pero potencialmente un tenista con posibilidades de estar entre los 20 mejores y con un récord en Copa Davis de 14-6.
Del Potro y Mayer eran las caras de la gesta en Croacia junto con Federico Delbonis, quien tampoco estuvo para el repechaje con Kazajistán. Acusó una lesión en la cadera que, ciertamente, padeció durante gran parte de 2016, año de la consagración. El zurdo nacido en Azul, ganador del quinto punto, el que le dio el título a los de Orsanic, confirmaba con su ausencia que Argentina la tendría muy difícil en Astana, donde finalmente descendió del Grupo Mundial.
Sin Delbonis, hubo que mirar entonces para el costado. De los jugadores más relacionados con la Copa Davis quedaba Carlos Berlocq, N°98 en el ranking y con estadística de 10-10 en el certamen mundial de equipos. Orsanic llamó al de Chascomús, le explicó lo que pretendía y éste le dijo que no. Las diferencias provocaron la cuarta baja para afrontar la serie de repechaje. “Le transmitimos que la preparación para esta Copa Davis es muy importante, como lo es siempre. Y jugar un challenger en polvo de ladrillo (ndr: el jugador estaba a punto de debutar en Alphen, Holanda) para después tener un viaje largo, aunque sea estando en Europa, y llegar a una superficie a Astana que será bien distinta al polvo, consideramos que no iba a ser una preparación ideal. Entonces es ahí donde no coincidimos”, reconoció el capitán en declaraciones al diario La Nación.
Ya no había mucho más que hacer. Orsanic sabía que contaba con Guido Pella (71° del mundo; 3-4 en la Davis), con Diego Schwartzman (28° del mundo; 1-4 en la Davis) y con nombres de menor nivel como Máximo González y Andrés Molteni. Le quedaba un solo nombre con nivel de singlista, el de Horacio Zeballos (65°), pero recibió una nueva negativa porque luego de tanto tiempo esperando por su convocatoria y no recibirla, tenía ya planificado su calendario y decidió priorizarlo.
No hubo entonces mucho más para decir. El 5 de septiembre pasado Daniel Orsanic anunció el equipo que defendería la plaza de la Argentina en el Grupo Mundial de la Copa Davis. Fue con lo que le quedaba. Diego Schwartzman, Guido Pella, Andrés Molteni y Máximo González, con Marco Trungelliti como sparring.
El resultado ya es conocido. Los conflictos que en 2016 fueron importantes pero quedaron relegados gracias a la capacidad de liderar a un equipo que mostró Orsanic y a los resultados obtenidos, estallaron en 2017. “Entre nosotros lo único que podemos pensar es en que podríamos haber jugador mejor, sí, todos los puntos podríamos haber hecho cosas distintas. Los cuatro que vinimos estábamos en una situación complicada, no es una situación fácil tener que mantener la categoría, con el año muy avanzado. Yo vengo jugando muy bien pero también venía cansado, algo agotado. Podríamos haber hecho muchas cosas mejor: nosotros y la gente que no vino, todos, para no llegar a esto. Cada uno tiene su responsabilidad”, dijo Schwartzman una vez consumado el descenso.
El tenis argentino tendrá que volver a refundarse como Federación y obrar en consecuencia de la búsqueda del regreso al Grupo Mundial en base a un proyecto serio y comprometido. De lo contrario, los resultados: de campeón a descendido en menos de 10 meses.
Fuente: Infobae