“Realmente estuvieron las manos de Dios para ayudarnos, porque diez minutos antes de sacarlas empezaron a crujir las maderas y pensamos que moríamos todos aplastados. La verdad que no sé cómo están vivas estas mujeres, por la cantidad de peso que tenían encima”, admitió Roberto Ramírez, uno de los rescatistas que ayer se metió debajo del container para socorrer a los dos víctimas mujeres que habían quedado atrapadas debajo del container en la avenida de Circunvalación.
Tiene 20 años de experiencia y participó en “todos” los rescates que tuvieron trascendencia mediática, desde la tragedia en Salta 2141 hasta intentos de suicidio desde altura, donde “nunca” dudó un instante en arrojarse al vacío para salvar una vida.
Sin embargo,admitió que el rescate de ayer “fue uno de los más largos y complejos” que le tocó vivir. Cuando se deslizó debajo del acoplado del camión Mercedes Benz, que contenía alrededor de 40 mil kilos de jugo de limón congelado, temió tanto por su vida como por la de sus compañeros y las víctimas, quienes lograron ser rescatadas pese al exiguo espacio que quedó del Ford Escort, que resultó prácticamente compactado.
La mañana de Ramírez había comenzado como cualquier otra. De repente, todo se precipitó. “Nos llaman a la central para avisarnos que había un choque en Circunvalación y que había dos personas atrapadas, porque a un camión se le había caído el container”, relató.
Cuando llegó al lugar junto al jefe de Zapadores, Andrés Lastorta, pudo realmente dimensionar de lo que se trataba y el riesgo que corrían ambas mujeres, madre e hija. Estaban atrapadas dentro de lo que quedaba del habitáculo del Ford Escort, a raíz de la mole que se les había caído encima.
“En todo momento sabíamos que arriesgábamos nuestras vidas y las de las víctimas, por lo que representaba estar debajo de semejante peso”, narró.
Ramírez señaló que lo primero que acostumbra a hacer en estos casos es acercarse y hablar con las víctimas para manifestarles tranquilidad, pese al estado desesperante en el que se encuentran.
Acompañadas
“Empecé a hablar con ellas y les dije: «Estamos acá con ustedes, estamos apuntalando todo para la seguridad tuya, la de tu mamá y la nuestra»”. “Lo único que te voy a pedir es que me des la mano y te quedes acá, conmigo”, le dijo la conductora mientras el rescatista le explicaba que en unos momentos iban a empezar a hacer movimientos para comenzar con el operativo para sacarlas de ahí abajo.
“Gracias a Dios no iba nadie atrás, porque no se salvaba. Ahí es donde cayó la carga completa. En cambio, donde estaban ellas, la carga iba cediendo de a poco”, dijo Ramírez.
El vehículo quedó aplastado de tal manera que María Alejandra Solís, la acompañante, “quedó acostada boca arriba con los parantes comprimiéndole el pecho, mientras que el de Joana Arduzzi, la conductora, quedó como en posición fetal, con la cabeza entre el volante y el asiento”, señaló el rescatista.
A medida que iban realizando los trabajos para poder extraer a las víctimas, iban probando diferentes variantes para tratar de exigirlas lo menos posible, teniendo en cuenta la magnitud de la carga que tenían encima. Y que iba cediendo pese al apuntalamiento.
“Fueron más o menos entre 40 y 50 minutos; uno de los rescates más largos y complejos de mi carrera. He tenido muchos, pero este fue el que más me costó, pensé que en cualquier momento podíamos morir aplastados”, aseguró Ramírez.
Mientras cortaban piezas y ya estaban preparados para sacar a las mujeres, “comenzaron a incendiarse los cables de la batería”. Las complicaciones no terminaron allí. “Diez minutos antes de sacar a las víctimas, comenzaron a crujir las maderas y los parantes que habíamos colocado. Ahí pensamos que se venía todo abajo”, admitió. Finalmente con sus compañeros pudieron controlar la situación y fueron sacando a las víctimas. Primero a Solís y luego a Arduzzi.
“Tenías que ver la satisfacción de esas dos mujeres cuando las sacamos, tenían una alegría inmensa. Y lo más impresionante es que apenas tenían algunos traumatismos”, aseguró Ramírez.
Horas más tarde las fue a visitar al Heca, donde ambas se reponen de las heridas. “Estoy realmente agradecido con lo que hicimos con mis compañeros, los bomberos Voluntarios, policías y todos los que nos ayudaron; ser bombero es lo más lindo que me pasó en la vida”, destacó.
Fuente: La Capital