Central le ganó a Almagro y ahora se viene el clásico por la Copa Argentina

Para Rosario nada mejor que el fútbol y para el fútbol rosarino nada mejor que un clásico. ¿Querían clásico los hinchas de la ciudad? Lo tendrán. Desde anoche, cuando Matías Caruzzo convirtió de penal (el sexto), aprovechando su chance luego de que Zampedri desperdiciara la suya, se activó el cronómetro de lo que será la previa de un partido especial, que tendrá epicentro en Rosario, pero seguramente con repercusiones a nivel nacional. Puede ser suerte, deseo o simplemente morbo, lo cierto es que Central y Newell’s, Newell’s y Central se verán las caras por los cuartos de final de la Copa Argentina. Sí, nada menos que en un encuentro de corte eliminatorio, como hace 13 años no sucede. La victoria canalla frente a Almagro fue la pizca de pimienta que le estaba faltando a esta historia de partidos que se fueron dando de un lado y del otro y que alimentaron a cada paso ese posible cruce que todos imaginaron cuando se conoció el fixture de la Copa Argentina. Bueno, el momento llegó. Para que la pelota ruede en medio de camisetas auriazules y rojinegras todavía falta, pero si hay algo que esta Rosario sabe es jugar el clásico desde mucho tiempo antes, e incluso después. Por eso, el clásico rosarino está en marcha.

Sede, hinchas sí o hinchas no, en Rosario o en otro punto del país, operativo, equipos. Son demasiadas las cosas que habrá a partir de hoy para prestarle atención. Y cada una se aclarará a su debido tiempo. Lo que no podrá moderarse es la adrenalina que ya desde anoche leprosos y canallas comenzaron generar. Y vaya paradoja, las previas de los clásicos suelen ser normales de siete un ocho días, dependiendo de cuándo jueguen uno y otro en la fecha anterior de un torneo local convencional. Eso también hace especial a este partido que se viene. Es que habrá, como mínimo, 10 días de previa, siempre y cuando el cruce se dé en medio de la próxima fecha Fifa. Tiempo suficiente como para cargar pilas, domesticar nervios e imaginar entre una y un millón de veces el partido.

Este choque que se viene romperá también con esa sentencia caprichosa que impuso el fixture de la Superliga, que determinó que en 2018 no hubiera clásico rosarino. Ese partido se va a jugar, pero salió sorteado recién para la 18ª fecha, que caerá seguramente en febrero. Por eso, este año iba a ser especial, sin un cruce entre canallas y leprosos. La única forma era que otro torneo los cruzara. No pudo ser la Sudamericana porque ambos quedaron afuera en su primera presentación, pero sí lo hizo posible la Copa Argentina.

Hay que remontarse a diciembre de 2017 para encontrar el último antecedente de un clásico rosarino. Ese choque, en el que Central se impuso en Arroyito por 1 a 0 con gol del Chaqueño Herrera, es la última imagen en las retinas de los rosarinos. Un recuerdo que despierta, por obvias razones, sensaciones disímiles, pero es al que hay que recurrir para hacer la posta. Y si de clásicos eliminatorios se trata, imposible pasar por alto lo ocurrido en agosto de 2005, cuando Central se sacó de encima a Newell’s ni más ni menos que por Copa Sudamericana. La relevancia no tiene que ver con el resultado ni por quién festejó, sino porque se trató del último de un cruce de estas características.

El andar en la Superliga será lo de menos. Porque lo que se viene será especial por dónde se lo mire. Quien se atreva a minimizar ese espectáculo que no sólo Rosario sino el fútbol argentino ya espera estará haciendo una lectura equivocada. Tantos antecedentes, algunos favorables para un equipo y otros para el otro, más un sinfín de hechos que incluso le hicieron sentir vergüenza a la ciudad, forman parte de un partido con historia, que suele tirar sobre la mesa las emociones más placenteras y más crueles que puedan imaginarse.

Juventud Antoniana, Talleres y anoche Almagro fueron los escollos sorteados por el lado de Central. Deportivo Rincón, Defensores Unidos de Zárate y Atlético Tucumán fueron los equipos de los que se deshizo Newell’s. Dos caminos no tan largos ni demasiados complejos para unir ambas camisetas en un cuarto de final que se las trae.

Arroyito y el Parque, dos espacios de la ciudad que ya vibran. El Patón Bauza y Omar De Felippe, dos técnicos que tendrán la dura misión de ordenar piezas, solidificar estructuras y generar confianza en sus dirigidos. Jugadores que defienden los colores azul y amarillo de un lado y el rojo y negro del otro. Y en medio los hinchas, que son ni más ni menos los que alimentarán el morbo pero que se someterán a esas raras sensaciones que genera un clásico.

Newell’s ya esperaba tranquilo. Central anoche cumplió con la parte que le faltaba. De aquí en más a imaginar una previa atrapante que desembocará en un partido especial: en pocos días habrá clásico rosarino por Copa Argentina.

Fuente: La Capital

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