El Bullying o acoso escolar es la forma de comportarse o dirigirse a otra persona ya sea de forma verbal o física, causando un daño temporal o permanente en la víctima. Es un tipo de hostigamiento reiterativo de una o más personas hacia sus semejantes, en los cuales la persona sufre de amenazas, intimidación, manipulación e inclusive, agresiones físicas.
Ésta es una problemática social, no solo de quien lo padece o lo ejerce, sino de toda la comunidad educativa, es decir, alumnos/as, docentes y familias. Por lo tanto es necesario buscar soluciones conjuntas y participativas, en función de erradicar la violencia y favorecer vínculos solidarios.
Se sabe que cuando un niño o adolescente es agredido de manera verbal o física comienza a mostrar una serie de comportamientos bastantes característicos como un bajo rendimiento escolar, síntomas de depresión, baja autoestima y en el peor de los casos, el deseo de atentar contra su vida.
La escuela es un ámbito privilegiado para abordar los conflictos grupales, formar en valores democráticos, en ciudadanía, con diálogo, basándose en la noción del otro/a como semejante, guiando a los/as alumnos/as hacia la resolución pacífica de los conflictos.
Si en la escuela se desarrollan estos aspectos, disminuye la violencia escolar y los conflictos entre estudiantes.
De acuerdo al informe “¿Cómo perciben la convivencia escolar los alumnos y directores de secundaria?”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, más de la mitad de los estudiantes reconocen que en la escuela suceden episodios de discriminación.
En ese sentido, según el estudio realizado por Alejandro Castro Santander, Martín Nistal y Eugenia Orlicki, el 75,4% del estudiantado percibe que existen episodios de discriminación por aspecto físico, el 67,7% por características personales o familiares; y el 54,5% amenazas o agresiones entre compañeros.
A su vez, menos del 10% de los encuestados considera que estos episodios suceden “siempre”. De hecho, respecto a las amenazas o agresiones en redes sociales, más de la mitad de los estudiantes (52,8%) sostienen que esto no sucede nunca.
El 65,4% percibe un buen ambiente de convivencia escolar
Al mismo tiempo, el 34,6% de los estudiantes del último año de secundaria están “nada” o “poco” de acuerdo con la afirmación de que hay buen clima de convivencia en su escuela. Por otro lado, el 65,4% percibe un buen ambiente de convivencia escolar. La mayoría de los estudiantes (75,2%) dice sentirse bien al ir a su escuela, mientras que 1 de cada 4 (24,8%) está en desacuerdo con esta idea.
Por su parte, según la percepción de los directores, la frecuencia de los episodios de discriminación y amenazas en la escuela es menor que la percibida por los estudiantes. No obstante, perciben que las amenazas o agresiones entre estudiantes en redes sociales suceden con más frecuencia.
Por otro lado, cuando se pregunta a los directores por los problemas de convivencia entre estudiantes, solo el 2,8% considera que este es “un problema serio”. El 17% cree que es un “problema moderado” y el 41,2% considera que se trata de “un problema menor”.
Según los directores, la frecuencia de los episodios de discriminación y amenazas en la escuela es menor que la percibida por los estudiantes.
Se cree erróneamente que cuando un niño es víctima de maltrato, esto lo hará más fuerte, pudiendo enfrentar circunstancias más difíciles en su vida adulta y nada más alejado de la realidad.
Estos niños y jóvenes, una vez que crecen, son personas inseguras, a las que les costará poder tener una vida sana para relacionarse con otras personas, ya sea en el trabajo o a la hora de formar una familia.
Esto se debe, a que para ellos la violencia forma parte natural del comportamiento humano y atraerán a sus vidas personas maltratadoras, que los mantendrán de forma permanente en un círculo vicioso, ya que repetirán esas mismas conductas.