El Mundial de Rusia 2018 será recordado por muchos como el gran fracaso del fútbol argentino en su conjunto. Y por muchas, como el escenario de una aparición rutilante, más desde lo estético que desde lo deportivo: la de un jugador de Islandia con pinta de galán de película y nombre y apellido difícil de pronunciar…
Porque si bien Rúrik Gíslason fue suplente en el equipo que empató contra Argentina en el debut (después jugó los 90 minutos en la derrota con Nigeria y ni pisó el césped en la caída con Croacia), desde entonces este muchacho de 1.84 de altura y 30 años juega como titular en el corazón de las argentinas.
Pero hay una de ellas en especial que consiguió lo que ninguna. Se llama Bárbara Córdoba. Nació en Godoy Cruz, Mendoza. Y como modelo y conductora desarrolla una carrera en Miami desde 2015, cuando dejó su puesto en la Casa de Gobierno provincial. Y es -claro- muy bonita: morocha, de curvas exuberantes.
Son esas mismas curvas que Bárbara lució en una piscina, y donde habría cautivado al bueno de Rúrik, quien pasa sus vacaciones en Miami. Así quedó registrado en una serie de fotos que la propia modelo compartió en su Instagram Stories.
“Como una telenovela”, describió Córdoba (en inglés) sobre esa charla improvisada en la pileta, con él sumergido hasta la cintura y ella sentada en el borde. “Encantada de conocerte, guapo”, escribió también, comparando a Gíslason con Thor, el dios del trueno y la fuerza en la mitología nórdica que, claro, tuvo su versión hollywoodense.
Se desconoce hasta dónde prosperó ese encuentro. Además, al igual que los futbolistas argentinos Gíslason no se quedó en Rusia durante mucho tiempo. Y hoy, Bárbara ya está en Madrid, España.
Pero en estos tiempos de relaciones líquidas y amores globales, quién sabe cuál será el próximo destino de los dos.
Fuente: Infobae