Un equipo de médicos e ingenieros rosarinos acaba de ganar un premio en un congreso nacional y la distinción, que incluye un monto importante de dinero, será donada a la universidad pública. ¿Por qué? Por agradecimiento a lo que fue su propia formación y porque los investigadores entienden el gesto como una forma de apoyar, defender y reconocer a la educación superior pública y gratuita. Esa en la que, evidentemente, ninguno de ellos cree haber “caído”.
En tiempos donde la educación y la investigación científica se ven jaqueadas por ajustes, la decisión de los profesionales adquiere un sentido y un brillo especial.
El equipo está dirigido por dos traumatólogos especialistas en tobillo y pie, Miguel Alcácer (49) y Mariano Gaytán (43), a quienes acompañan otros dos médicos, Alberto Ceirano y Mariela Stur; el ingeniero Ariel Geasi, del Instituto de Mecánica Aplicada y Estructuras (Imae) de la Facultad de Ingeniería; el becario de ese organismo Bruno Bonifetto, y tres alumnos de los últimos años de la carrera de Ciencias Médicas, Lautaro Calvo, Joaquín Iturria y Santiago Navarro.
El proyecto que desarrollaron, que se puede definir como “traumatológico biomecánico”, les llevó casi un año y medio de “trabajo a pulmón”, lo que significó hasta poner plata de sus propios bolsillos, pero sobre todo dedicarle “mucho tiempo”, robado a su propio descanso y a sus familias, cuenta Gaytán.
El trabajo consistió en “estudiar las lesiones ligamentarias de Lisfranc (en el medio del pie) y biomecánicamente constatar la resistencia a determinadas fuerzas de los ligamentos”, explica Alcácer.
Ese tipo de lesiones, que pueden producirse por un accidente importante, por ejemplo laboral, o incluso durante la práctica de gran cantidad de deportes, suelen ser pasadas por alto, agrega Gaytán.
El problema es que si la afección no se detecta a tiempo a través de imágenes, como con una resonancia magnética, puede irse agravando con el tiempo y derivar en una artrosis con dolor crónico en el medio del pie.
La “pata” a cargo de los especialistas del Imae que participaron del trabajo permitió “describir biomecánicamente la secuencia de la ruptura”.
Con ese estudio presentado “a premio” en forma anónima hace unos tres meses, los médicos rosarinos participaron la semana pasada del XXII Congreso Argentino de Cirugía de Pie, que se llevó adelante en Cariló entre el 30 de marzo y el 1º de abril.
Al finalizar el encuentro, del que participaron más de 300 especialistas, un jurado convocado ad hoc (e integrado por ex presidentes de la Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía del Pie y la Pierna) reveló que este año el equipo de los rosarinos había resultado elegido para llevarse el premio, consistente en un diploma y un “importante” monto de dinero.
El orgullo de que fuera su trabajo el que terminó seleccionado les alcanzó a los investigadores locales, que resolvieron donar el reconocimiento pecuniario al Museo de Ciencias Morfológicas de Anatomía Aplicada de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), lugar físico donde trabajaron para desarrollar el estudio y a la vez uno de los que contribuyó a formarlos durante su carrera.
Alcácer y Gaytán explican el gesto básicamente como una agradecida devolución a la “Universidad pública y gratuita” que los educó y un “incentivo” para que cada vez más jóvenes continúen abocándose a la investigación científica y en especial médica.
“Es un orgullo para nosotros poder hacerlo”, sostienen. La entrega se concretará la semana próxima, en la propia Facultad de Ciencias Médicas.
Un profesor reconocido a propuesta de un alumno
Otro rosarino (por adopción) que obtuvo un premio por estos días fue un profesor del Instituto Zona Oeste, Arístides Alvarez, más precisamente su director. Lo curioso en este caso es que la distinción surgió a propuesta de un alumno de tercer año, que postuló a Alvarez para recibir el reconocimiento de “docente innovador” por promover el uso de tecnologías en el aula que entrega la publicación Misiones On Line. El profesor trabaja con adolescentes para prevenir diferentes formas de acoso y violencia a través de las redes, entre ellas fenómenos como el “ciberbullying” o el “grooming”, y a la vez para ayudarlos a circular por el fascinante universo de las nuevas tecnologías.
Fue un alumno de tercer año del instituto, Facundo Quiroga, quien contó la historia de su profesor. Y resultó la más votada por el público. Arístides “lleva a los alumnos a eventos relacionados con las Tics (tecnologías de la información y la comunicación) —relató Quiroga— y los incentiva a participar en ellos”. El docente está convencido de que la tecnología y la educación son, a esta altura, indisociables, en la medida en que la primera es el vehículo que permite “internarse” en nuevas formas de comunicación y acceder a la información. Por eso, en un mundo de nativos digitales, el saber ya está lejos de ser un poder exclusivo del docente y el aula ha perdido su formato tradicional.
El premio para el “docente innovador” será un viaje a una de las Maravillas del Mundo, las Cataratas de Iguazú.
Fuente: La Capital